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Manten la calma

  • 2020/04/27

 

En mi vida muchas veces he oído la frase “Mantén la calma”, incluso yo me la repito constantemente, suena bonito, pero me he dado cuenta que he venido persiguiendo una idea distorsionada de lo que esta frase significa.

Siempre pensé que mantener la calma era igual a no llorar, a no sentir miedo y aunque me estuviera derrumbando tenía que sonreír…era como si estar en calma fuese  una obligación. Esas ideas no me han servido de mucho y mis creencias en cuanto a la calma van cambiando.

Es irreal querer “estar en calma siempre”. Creo que somos capaces de sentir miedo y llorar, de sentirnos destrozados y aun así estar en calma, esta calma no es más que la certeza y confianza de que ese momento y esas emociones van a pasar, no son eternas. Esa “calma” se ancla en la idea de que el miedo y la tristeza no son malos, ni son nuestros enemigos, son parte de nosotros, no vienen a importunarnos la vida como siempre lo pensé. Vienen a ser una fuente de descarga, viene a recordarnos que somos humanos, y nos recuerdan con intensidad los días en que sonreímos, que son muchos aunque a veces no los queramos ver.

Creo que estas ideas son formas más sanas de vivir los tiempos de crisis, que no solo se remiten a esta época, sino que todos hemos pasado por momentos críticos a lo largo de nuestra vida. Incluso las crisis no son eternas, tienen un tiempo y al irse inevitablemente cambiamos, mudamos de piel, vemos la vida con otros ojos.

Qué difícil es pensar que el dolor es parte natural de la vida, es algo que aún me cuesta asimilar, pero creo que es importante abrirnos a nueva formas de pensar, mas sanas mas enriquecedoras.

En adelante cuando escuches o pronuncies, mantén la calma, recuerda que no eres un robot, eres humano y en esa frase puede haber llanto y dolor y sentirlos no te hace ni más ni menos.

En los tiempos difíciles llora, grita, desármate y vuélvete a armar pieza por pieza si es necesario, no importa el tiempo que te tome y por supuesto vuélvete a amar, vuelve  a sonreír.

 

 

Escrito por: Sandra Reyes G., Psicóloga clínica, Directora Animus, 0984608640

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