Todas las mamás queremos lo mejor para nuestros hijos y parte de eso es cuidarlos  y no querer que les pase nada malo. Así parecería que todas las mamás somos sobreprotectoras, pero hay que poder diferenciar del cuidado sano del de la sobreprotección siendo este el extremo que no nos trae beneficios.

Podemos identificar a una madre que sobreprotege a simple vista cuando las escuchamos decir constantemente las siguientes frases: cuidado, ahí no te subas, eso no es para ti, te puedes caer, eso es muy peligroso, etc. Aquellas frases que solemos emitirlas la mayor parte del tiempo son las responsables de construir emociones de inseguridad y miedo, frases inconscientes pero limitadoras del aprendizaje.

Ser madres primerizas, haber experimentado embarazos fallidos, haber sufrido riesgos de pérdida, haber pasado por separaciones, fallecimientos conyugales, o abandono son el sin número de razones por las cuales decidimos darles un cuidado extremo y buscamos compensar aquellas emociones de dolor, tanto que las solemos maquillar con extremo cuidado.

Solemos no dejarles tocar absolutamente nada, impedimos que se ensucien o se mojen, evitamos muchas veces escuchar su llanto porque pensamos y decimos “pobrecito”. Como madres consideramos muchas veces que dejarlo llorar está mal y por eso respondemos con inmediatez sin pensar que, debemos ir forjando su carácter mediante los límites y rutinas que como personas tenemos a diario.

La mamá sobreprotectora no es una mala ni una buena mamá, solo está ejerciendo un cuidado excesivo y no sano para su bebé, en donde no lo deja conocer el mundo con seguridad y amor sino que hace que su bebé conozca el mundo desde el temor. No apoya su crecimiento y no lo motiva a ser independiente y autónomo.

Cuidar más de lo normal tiende a ser negativo porque ya no es un cuidado sano, sino que al contrario se convierte en un cuidado posesivo, restringido, que no trae beneficios, sino que al contrario retrasa la adquisición de ciertas etapas cruciales como el: lenguaje, la independencia, la socialización y la parte cognitiva. La sobreprotección no es el mejor cuidado que podemos optar para nuestros pequeños, no llevemos ninguna acción hacia el extremo, más bien debemos equilibrar.

Si sientes que alguna de estas características resuenan contigo y quieres cambiarlas y volver al equilibrio, busca ayuda porque si puedes cambiar!!

Escrito por: Norma Pelagallo, Psicóloga Infantil, Instructora de Estimulación temprana Animus, 0984608640